BOLETIN 62
 
 
Presentación
 
Artículos
 
            Trujillo de Nuestra Señora de la Paz
            Gilberto Quevedo Segnini
 
            Lo Poblacional y la Trujillanidad
            Nelson Troconis Parilli
 
            Sobre la Fundación de Trujillo
            Tarcila Briceño
 
Relatos y Narraciones
 
Poetas Ayer y Hoy
 
Ensayos
 
            El Procer Enrique Barroeta
            Ramón Urdaneta Bocanegra
 
Documentos para la Historia de Trujillo
 
Reseña de Libros
 
Información Institucional
 
Trabajo del Dr. Rojas Pacheco sobre la Sociedad Bolivariana
 
Normas para los Colaboradores






La Sociedad Bolivariana – Capítulo Trujillo
           
                                   Juan de Jesús Rojas Pacheco
                                    Miembro Correspondiente del Centro de Historia
           
           
           
          Con motivo de la reactivación de la Sociedad Bolivariana - Capítulo Trujillo, conviene resaltar algunos aspectos que justifican las acciones emprendidas por los promotores de esta noble y hermosa Institución, quienes tratan de resaltar los verdaderos ideales, el pensamiento genuino y la obra del Libertador emprendida durante la gesta emancipadora y, al mismo tiempo, su proyección en el espacio y en el tiempo, señalando los orígenes que se remontan al año de 1842, cuando en la etapa inicial los Generales José Antonio Páez, Rafael Urdaneta, destacando que el primero, no obstante, su posición frente a la política pro - colombiana de Bolívar, propicia la idea y abre los cauces para concretar el proyecto y, el segundo como fiel amigo de Bolívar y servidor de la causa republicana, establecen las bases institucionales de la Sociedad y, posteriormente, el General Eleazar López Contreras, considerado como uno de los mentores de la genial obra del Macabeo de las Amétricas, conviene resaltar los eventos ocurridos en la tierras de las Proclamas y de los Tratados, destacando que LA PROVINCIA DE TRUJILLO y, particularmente, la ciudad capital, ha jugado un papel preponderante y determinante en la lucha por la emancipación de Venezuela, escribiendo páginas gloriosas dentro del contexto histórico nacional, pues, Trujillo fue para el Libertador uno de los pueblos de mayor importancia y trascendencia político-militar durante la lucha independentista, destacando en primer lugar, la acción militar de mayor significación en el desarrollo de la Campaña Admirable llamada “Batalla de Niquitao”, en la que participaron el Mayor y después general Rafael Urdaneta, y los capitanes Juan Vicente Campo Elías y José María Ortega bajo la Jefatura del Coronel y después General en Jefe José Félix Ribas; luego la Proclama de Guerra a Muerte, delimitando así, la lucha entre una Nación que aspiraba ser libre y el Imperio  conquistador y colonialista, con lo cual, se plantea formalmente un conflicto de carácter internacional entre el Nuevo Mundo llamado América frente a la Monarquía española de aquellos tiempos. Pero   no sólo surgen en estas tierras de la Nación Timoto-Cuicas y de las tribus Mukas, acontecimientos de naturaleza conflictiva, sino que también nacen en ella hombres de la talla como el Dr. Cristóbal Mendoza - primer presidente constitucional de la naciente república, el Dr. Antonio Nicolás Briceño y el Gral. Cruz Carrillo, ampliamente reconocidos por el Libertador como hombres destacados: el primero por su capacidad organizativa en el campo de la administración pública, el segundo y el tercero por su heroicidad y su entrega a la causa republicana, cuyo máximo exponente era Simón Bolívar. Posteriormente, para cerrar el Capítulo trágico de la Guerra a Muerte, en 1820 la Provincia de Trujillo es elegida como sede de los Tratados de Armisticio y Regularización de la Guerra y de la entrevista de Bolívar con el Obispo Lazo de la Vega, cuyo escenario fue la Catedral de la capital de Nuestra Señora de la Paz de Trujillo. Acontecimientos estos que, a igual que el primero, revisten relevancia histórica no solo en la esfera nacional sino que trasciende más allá de las fronteras patrias. Trujillo, en consecuencia, empieza a figurar en la esfera del Derecho de Gentes, hoy Derecho Internacional, fruto de la preferencia que sentía el Libertador por este terruño grande en la historia pero olvidado en el devenir de los tiempos de la Era contemporánea. Circunstancias éstas que justificaron y, aún justifican, la creación de una Institución de jerarquía nacional y centros de permanente consagración a la memoria del Padre de la Patria y demás héroes independentistas, con sede principal en la ciudad de Caracas, la cual, se identificaría y consagraría con el nombre de Sociedad Bolivariana de Venezuela, con Capítulos, Centros y Secciónales en todas las capitales de estados, municipios y parroquias y, entre ellos Trujillo, observando que el historiador Nicolás Perrazo en su artículo Orígenes de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, señala que el primer Presidente fue su fundador el General Rafael Urdaneta, instalada el 14 de noviembre de 1842, en que serían trasladados los restos del Libertador a su tierra Natal- Caracas, hace 165 años de ambos acontecimientos. Más tarde el 23 de marzo de 1938, hace 69 años, el General Eleazar López Contreras, como Presidente de la República erige la Sociedad en Institución Pública Nacional, según documento manuscrito que aparece inserto en el Boletín Nº 137, Volumen XI del 19 de abril de 1983, editado por la Sociedad Bolivariana. En cuanto al Capítulo o Centro Bolivariano de Trujillo es importante destacar que para el presente año, cuenta con medio siglo de existencia efectiva y real, pues, con motivo de la celebración del cuatricentenario  de la primera fundación de la ciudad, el Centro Bolivariano de Trujillo participó activamente en la celebración de dicho acontecimiento, ahora con motivo de las 450 años de la iniciación del proceso fundacional, la capital, se presta a la conmemoración de la génesis de la trujillanidad que se propagó por toda al geografía del Provincia, hoy Estado Trujillo, dentro de cuyo contexto histórico resaltan la Magna Obra del joven autor del sagrado juramento de Monte Sacro y el Visionario de Mi Delirio sobre el Chimborazo.
 
            Ahora bien, La Sociedad Bolivariana – Capítulo Trujillo, se encuentra en proceso de reactivación y reorganización, procurando crear Seccionales como organizaciones civiles APOLÍTICAS y sin fines de lucro, en cada uno de los veinte municipios que conforman el Estado, en cada una de las noventa y tres parroquias municipales, además en las instituciones educacionales, gremiales, militares, de seguridad y prevención o auxilio ciudadano, con el propósito de difundir el pensamiento del Libertador, su ideario, su doctrina, su obra, sus ideas sociológicas, jurídico-constitucional, educativa, moral, destacando el valor histórico  de documentos como el Juramento de Monte Sacro, Mi Delirio sobre El Chimborazo, el Manifiesto de Cartagena, Carta de Jamaica, Discurso ante el Congreso de Angostura, el Decreto de Guerra a Muerte, la Ultima Proclama, La Carta a su Maestro Simón Rodríguez,  epístolas, decretos, proclamas y otros instrumentos de importancia, su proyección en el tiempo, aplicables al momento actual cuando se promociona el concepto de la trujillanidad global como factor que debe servir de vínculo solidario entre todos los habitantes consustanciados con la tierra de Cristóbal Mendoza, Antonio Nicolás Briceño, Cruz Carrillo, Monseñor Jáuregui, Barbarita de la Torre, Miguel de la Torre, Monseñor Estanislao Carrillo, José Gregorio Hernández, Arnoldo Gabaldón, Rafael Rangel y, en fin, hombres y mujeres destacados en el quehacer trujillano en todas las ramas de las ciencias físicas y sociales, culturales, pictóricas, poéticas, musicales, espirituales, políticas y económicas y la conformación socio-geográfica del Estado Trujillo como entidad histórica y político – administrativa y como persona jurídica y autónoma a igual que los demás estados que integran el Estado venezolano, encarnado en república.
                                                                                  



EL PRÓCER ENRIQUE BARROETA
 
Ramón Urdaneta*
 
El estado Trujillo por obra de la conformación geográfica a lo largo de su historia ha sido cuna de eventos a destacar que marcan un destino en referencia con la masa social. Lo extenso de sus bosques y sabanas poblados de nutrida vegetación han permitido que en momentos álgidos del desarrollo sean refugio de acontecimientos que marcan hitos suficientes para ser recordados.
 
Esto, pues, acontece en etapas fundamentales de su devenir, sobre todo en períodos críticos y de aquí que esos campos trujillanos, valga el ejemplo, por ser propicios hayan albergado movimientos guerrilleros en las etapas coloniales como los de negras cimarrones en las planicies de El Empalado, y más cercano a nosotros las guerrillas formadas en la tierra baja por el coronel Vicente de la Torre Abreu, quien combate a los monárquicos durante cuatro años y hecho prisionero por Francisco María Farías es fusilado, en febrero de 1815, en la hoy plaza Sucre de la ciudad de Trujillo. De igual modo, por los lados de Boconó, hacia Guaitó y Guaracamal, a principios del siglo XX y ya en la época de la llamada Cuarta República, en tiempos insurgentes de la década del sesenta, dos guerrillas activas conviven por aquellos intrincados lugares, la primera comandada por el célebre indio de leyendas Rafael Mantilla Petaquero, y la segunda dirigida por jóvenes de izquierda revolucionaria, entre los que descollaba Argimiro Gabaldón Márquez.
 
Mas lo que vamos a tratar en este apunte noticioso es en referencia con el trujillano Enrique Barroeta, prócer poco estudiado y menos conocido en nuestros antecedentes históricos, y sólo de alguna manera pasajera se menciona en los anales de la gesta magna, porque considero que debido a los serios vaivenes de la guerra de independencia bastantes legajos, papeles y expedientes se perdieron por diversas causas, ya fuesen en la parte española o del costado republicano. De aquí que en el estudio de las guerrillas que se formaron a raíz de la pérdida de la primera república, el entronizamiento del caudillo Boves y el posterior gobierno monárquico que se centra alrededor del pacificador Pablo Morillo, y en especial las surgidas en tierras de Mérida y Trujillo, habrá que indagar con tesón en los archivos remotos para poner a flote muchos informes sobre la vida y el acontecer de Enrique Barroeta.
 
“Caudillo del Boconó y el Burate" lo califica el intelectual trujillano Luís Martínez Salas en su valiosa obra "Resumen Sincronológico para el estudio de la Historia”, quien en su infancia en la vieja Trujillo debió oír de los mayores referencias importantes sobre este personaje patriota. Pero el que primero lo sintetiza en hechos de relevancia del terruño es el historiador Amílcar Fonseca, quien en su fundamental libro “Orígenes trujillanos” sitúa a Barroeta entre los gestores que alzaron su voz de renuencia a lo sucedido en España con motivo de la invasión bonapartista y el problema a resolver de la sucesión monárquica en la Península, de donde para el 18 de septiembre de 1808 junto a Vicente de la Torre, Manuel Vicente Cegarra, Domingo Briceño y Briceño, fray Ignacio Álvarez y otros connotados patricios, asistió en Trujillo, en la Plaza Real, a la "lectura de la proclama de represalias de la guerra franco hispana", sancionada por el Cabildo trujillano y que luego en una sesión concurrida por notables se preparó los acontecimientos que desembocaron dos años después en la independencia de la provincia de Trujillo (pág. 99).
 
De Enrique Barroeta, repito, aún se conoce poco, de donde es necesario aproximarse a él por la vía comparativa y situarlo en los hechos que entre 1808 y 1815, es decir durante siete años, se desarrollaron en la comarca trujillana, tan vinculada entonces a los negocios zulianos. Por este análisis de las fuentes afirmamos que el apellido Barroeta tiene bastante difusión en el entorno del Boconó y Burate, de donde salvo mejor opción Enrique Barroeta debió ser boconés ("Caudillo del Boconó y el Burate") como por extensión se expresa y que su vida se desarrolla en aquella apacible comarca en medio de una familia de recursos y de cierta instrucción. La sociedad boconesa como la de toda Venezuela, era rural, de donde la familia Barroeta, como los de la Torre y tantas más vivían de los recursos de la agricultura, que manejara a través de haciendas, fundos y hasta conucos como era la costumbre ancestral.
 
Pero todo cambia a raíz de los acontecimientos precursores de 1808 y los independentistas de 1810, que traen a las familias trujillanas tristeza y desolación, mientras con rapidez cambia de manos el centro de los poderes y se desencadena una etapa de represiones inigualables que se hacen sentir con fiereza en las hasta entonces tranquilas montañas y valles boconeses. Por el lado español y con harta dureza represiva aparecen personajes militares de la calidad de Femández y Geraldino, que dejan una huella siniestra en el recuerdo de la región, de donde la sociedad se resiente y alza al extremo, como sucede en especial con el cambio sorpresivo que ocurre en la persona del doctor y Coronel Antonio Nicolás Briceño. Los trujillanos durante estos años son vejados en sus familias, puestos en las cárceles de antaño, asesinados, confiscados sus bienes y un sin número de tropelías por causa del desencadenamiento de la guerra, que es civil, alza la voz del común en la defensa de los principios, y de aquí que pronto aparecen caudillos rurales bajo el comando de guerrillas, como el caso de De la Torre y Barroeta.
 
Es de presumir que a lo largo de este tiempo el prócer boconés debió llevar una vida de sobresaltos por obra de aquella contienda armada, es decir, desde el vocerío que se desencadena en 1808 hasta el triste y heroico terminar de su existencia, ya cuando en la comarca andina se vislumbran algunos focos del cese de la guerra que meses después mediante dos tratados de mucha relevancia histórica se firmarán la ciudad de Trujillo. En este ínterin de las circunstancias y mientras al lado de su familia Barroeta atiende los negocios rurales, con el paso de las huestes contrarias y de sus jefes represores, como el caso del canario coronel Sebastián de la Calzada, cuya jurisdicción militar corresponde a su mando, las relaciones de ambos bandos se hacen tirantes, y en consecuencia aparecen guerrillas en las tierras bajas de Trujillo, y ahora en la parte alta de la cordillera, por Boconó y el apacible cuanto arenoso río Burate, que esta vez comanda un caudillo de la zona llamado Enrique Barroeta.
 
Barroeta vive entonces bajo la capa de dos vidas, es decir la de agricultor dedicado a sus labores y crianzas, y la de hombre armado con escondites y defensas para cuando aparecen los enemigos de la libertad. Mantener un grupo de combate con las limitaciones de la época, que a veces se reúne en momentos de peligro y en otras discurre en la tenaz labor de las sementeras, no es cosa nada fácil, por el alerta que se mantiene a toda hora. A ello debemos agregar que en cuanto a él concierne esta guerra de guerrillas que mantiene es de naturaleza cíclica, pues se desarrolla a medida de los vaivenes y acontecimientos que suceden, de donde luego de las fuertes represiones de 1812 y de los primeros acontecimientos vandálicos de los años catorce en adelante, la comarca entra como en una suerte de marasmo político, y de otro lado surge el férreo manejo militar, como el caso del zuliano Francisco María Farías, vinculado además a familias trujillanas: al extremo en la sumatoria que para 1817 gran parte de Venezuela estaba en manos realistas, combatiéndose apenas en el Oriente del país y en la región de Guayana.
 
Sin embargo Barroeta no cesa en el empeño libertario, y mediante un trabajo publicado por el académico merideño Héctor García Chuecos, en el Boletín N° 163 de la Academia Nacional de la Historia, conocemos de su actividad guerrillera para e! segundo semestre de 1817. A la página 264 y la siguiente el merideño asienta que el 18 de agosto de 1817 encabezando el movimiento subversivo Barroeta y el grupo que comanda deciden bajar de las montañas boconesas y marchar a la ciudad de Trujillo, donde dan muerte al Teniente de Justicia interino correspondiente al gobierno hispano en mando, cuyo nombre desconocemos, y de seguidas proclaman otra vez la República para la región. Luego, informado de estos hechos contrarios el Comandante de Barquisimeto, Francisco de Oberto, de inmediato dispone la pronta salida en auxilio de las fuerzas realistas de Trujillo, del capitán José de la Bárcena, al frente de una fuerza compuesta por veintiséis hombres de a caballo y cuarenta y ocho de infantería, es decir, de 74 soldados pertrechados.
 
En la noche del 21 de agosto y previo el viaje desde Barquisimeto, De la Bárcena y su fuerza en el pueblo serrano de Burbusay se reúne con las tropas que trae desde Trujillo el Comandante de esa plaza, Francisco María Farías, y junto con los refuerzos militares venidos previamente de Maracaibo al mando de Antonio Gómez, todos reunidos marchan rumbo a Boconó, donde llegaron el sábado 23 de agosto. Continuaron la ruta y el domingo siguiente durmieron en el pintoresco y colonial Tostós, situado cerca de altos páramos. El 25 en la mañana, según el parte respectivo, se puso en camino la vanguardia de la División, compuesta ella de 50 infantes y 26 caballos, y por esas tierras altas y frías, apenas a dos horas de distancia esta columna en lugar descubierto encuentra un avance del enemigo compuesto por quince lanceros y diez carabineros, los que a poco en la táctica esgrimida se repliegan hacia el sitio Alto del Say, que es nombre de un árbol de la región. De la Bárcena, que comanda al cuerpo realista, logra incorporar a su fuerza veinte soldados de a caballo, lo que forma un cuerpo de 96 soldados a desplegar en el campo, los que a la voz de “ !Viva el Rey¡” cargan contra los contrarios al mando de, Barroeta, quienes presentan ahora batalla con 35 infantes y setenta caballos, al decir de García Chuecos, es decir, 105 guerrilleros boconeses. Mas por la ventaja en pertrechos de las tropas reales, como su capacidad de tiro, luego de tres descargas de caballería de la parte real y una vez analizado el escenario logran convencer a los insurgentes que es mejor salir del campo y regresar para refugiarse en las montañas abruptas que bien conocen.
 
Y como quiera que las guerrillas patriotas del lado de Mérida en el diciembre siguiente demostraban movimientos peligrosos para la tranquilidad pública y el gobierno monárquico, el comandante Farías resuelve salir de Trujillo al mando de un ejército para reforzar las defensas de aquella provincia, de donde el Comandante de Boconó, don José Curbelo, "temió que el guerrillero Sarroeta atacase a Trujillo", en contrapartida y para evitar tal desastre pidió auxilio de tropas al Comandante del realista pueblo de Carache, y junto con ellos, llegados al lugar de reunión el 9 de enero de 1818, cinco días después marchó hacia el sitio casi inaccesible Alto de Say, por la vía de Tostós, donde se encontraba bien situado el republicano Sarroeta y los guerrilleros que le acompañaban.
 
Llegados al Alto de Say, de inmediato ordena el comandante Curbelo faldear la loma para iniciar el ataque, entrando hasta la mitad de lo dispuesto, pero como notase un gran silencio de la parte guerrillera, él mismo dio un tiro de fusil para más seña, mientras los guerrilleros en respuesta, al decir de Curbelo “descargaron sobre mis tropas (a la manera defensiva de los indios cuicas) un diluvio de peñascos, que creí me hubieran hecho grande estrago, por lo reducido del tránsito y empinado de la cima”.
 
Sobrepuesto de tal reacción Curbelo dispone entonces volver hacia el flanco derecho y en línea oblicua regresar al punto de donde se había emprendido la marcha cancelada. Aquí sobre otra estrategia, entonces dividió sus fuerzas en dos partes: una, a la que dispone subir hasta un punto superior dominante al en que se hallaban los enemigos, como sitio perfecto de manejo militar, y otra fuerza posiblemente más amplia, que lo hizo por todo el centro del sitio a combatir. De esta manera, encerrados los patriotas por ambas fuerzas y ante el peligro de pérdidas humanas, bajo el mando de Barroeta deciden replegarse para en forma táctica y como buenos conocedores del terreno dispersar la tropa por la montaña llena de peñascos y neblinas, aunque debieron dejar en poder de los españoles once caballos y algunas vituallas de campaña.
 
Todavía faltaban dos años de guerra en la región trujillana, para que volviera la paz y la tranquilidad. Por ausencia documental esta parte de la vida heroica de Barroeta aún se desconoce, aunque debió moverse en esos meses y como experto guerrillero, a lo largo del campo boconense, y en uno de estos encuentros con las fuerzas monárquicas, que comandaba como jefe superior el coronel Sebastián de la Calzada, según escribe el cronista, paisano y doctor José María Baptista en sus "Crónicas del Boconó de ayer", en una de estas escaramuzas por los campos del terruño fue acorralado y finalmente detenido Enrique Barroeta, quien posiblemente bajo .amarras por considerársele  peligroso y con todas las seguridades del caso fue llevado hasta la capital trujillana, para seguirle juicio sumario de guerra sin ninguna apelación, y con el trasunto de muchos vejámenes en la rapidez del caso en un aciago día de 1819 fue condenado a muerte, por degüello y no de fusilamiento, que es el sistema para aplicar a los forajidos.
 
Las horas previas al desenlace debieron ser terribles en la mente de Barroeta y por ello acaso no hubo capilla ardiente, como se le permitió al coronel Vicente de la Torre. Por falta documental desconocemos los alegatos realistas para tal muerte, el nombre del fiscal, del defensor y del juez, la naturaleza de la condena y porqué se ordenó finalmente decapitarlo en el sitio de la salida de Trujillo llamado Cruz de Córdoba, que luego cambiaría por Cruz Verde, el color del gallardete de la Inquisición, punto establecido antes de descender hacia la quebrada de los Cedros y atravesarla para pasar a la llamada Otra Banda, en el arrabal de la ciudad. Apenas conocemos el apellido del verdugo dispuesto a tan sanguinaria ejecución, que termina con la cabeza de Barroeta exhibida en la picota, para el escarnio público, y que es alguien llamado Sarmiento, que representa un tallo de venganza, como su nombre lo indica.
 
Por las cuentas sacadas Barroeta anduvo más de una década en actividades revolucionarias que conforman la leyenda de su guerrilla y la trascendencia de su heroica muerte. Ahora es menester que de este precursor algunos acuciosos historiadores con renovado estudio e investigación emprendan el rescate de tan digno ejemplo trujillano.
 
 
Boletín del Centro de Historia del Estado Trujillo. El Prócer Enrique Barroeta. Revista Arbitrada Volumen XVII  II Etapa Número 62. 

La Quebrado de los Cedros
Pedro Pablo Maldonado
 
            Como nace una lágrima de la verde pupila
            de una virgen amante y solitaria e infausta,
            la Quebrada modesta, silenciosa y tranquila,
            al occidente nace de la ciudad vetusta.
 
            Para entrar en la urbe suntuosidad estila.
            Y bajaba sonora, majestuosa y augusta,
            entre bosques fragantes de madreselva y lila,
            por la izquierda de la urbe colonial y venusta.
 
            En verano era grande, y en invierno crecía
            como crece una cólera repentina y bravía,
como crece una fama, como crece una gloria.
 
Hoy parece un recuerdo fugitivo que llora
de la antigua quebrada, majestuosa y sonora,
la memoria inmanente y la lírica historia.            
         


                      LO POBLACIONAL Y LA TRUJILLANIDAD
1.                  Lo fundacional y lo geofísico
             El paso de las primeras comunidades, de un estadio primitivo de convivencia en sistemas o agrupaciones llamadas hordas, dedicadas en principio a actividades agro-recolectoras (nomadismo), como medio de subsistencia, fue superado mediante el giro a un modo de vida sedentario, reflejado este cambio en labores de <<cría de rebaños>>, apareciendo de esta manera asentamientos humanos debidamente localizados[1].
            A tal extremo llega su importancia, que hasta bíblicamente se relatan pasajes alusivos al respecto, como por ejemplo, lo contenido en el pasaje de Génesis, 4:5: cuando Caín (recolector) y Abel (pastor), llevan presentes a Jehová el primero, algunos frutos del suelo, el segundo, crías de su rebaño, por lo que Jehová mira con agrado la ofrenda de Abel y con desdén la de Caín, surgiendo el odio y la envidia de éste último, al extremo de ocasionarle la muerte a su propio hermano.
            MIERES, F. (1999) comentando este hito señala: “Este acontecimiento de preferencia de Dios por uno de los hermanos llegó al extremo de que uno asesinara al otro –Caín a Abel– y fue el punto de partida de imposición de los pueblos ganaderos a los recolectores, siendo el vencedor histórico el de la actividad sedentaria sobre la trashumante”. (p. 30).
     Este referente y relato bíblico marcó hitos en de los comportamientos sucesivos de la humanidad, dejando huellas indelebles, caracterizada por su sentido societario, en función de la realización de actividades laborales que requieren un menor desplazamiento socio-espacial, mediante la creación de asentamientos humanos en áreas definidas geográficamente.
            El salto y cambio de la humanidad a un <<sistema de vida pastoril>> empezó a generar “problemas ecológicos”, ha tenerse animales domesticados hubo la necesidad de acondicionar áreas de pastoreo permanentes o espacios para los rebaños, lo que produjo actividades de deforestación, amén del exceso de concentración e intensificación de rebaños, junto con un proceso de erosión y la pérdida progresiva del recurso natural fauna, flora y suelo, al extremo que esta sistemática y continua práctica en el devenir del tiempo convirtió a estos primeros pueblos en zonas desérticas o áridas, tal como se aprecia en la actualidad, con un precario saldo e inventario de recursos naturales en general.
            Como especie de conclusión preliminar a lo anterior, se puede señalar: que el medio geográfico, fue factor determinante para el asentamiento de las primeras civilizaciones en la antigüedad. El hombre, dada su limitada capacidad productiva y de accionar sobre la naturaleza, tuvo que buscar espacios territoriales poseedores de fuentes naturales y medios de vida de fácil acceso, suelos fértiles, fauna abundante, madera, frutales, libre disponibilidad de agua, etc.
            La geografía de las regiones fue determinante en los asentamientos de los primeros pueblos sedentarios localizados en la cuenca del Mediterráneo, y en la India, China, Asia Central y el Cáucaso.
            El principal factor con incidencia en lo fundacional, responde al recurso hídrico o elemento agua, y muy especialmente a los ríos, que en estas incipientes fases civilizatorias facilitaron las comunicaciones y el regadío por lo que no puede considerarse como hecho casual que las primeras civilizaciones emergieran a orillas de los ríos Nilo, Tigris, Eufrates, Ganges, Indo, Junajué y Yantsé.
            El influjo de lo geofísico sobre la especie humana, dio pie y es base de una teoría sociológica determinista, expresada en su interacción y vinculación con el medio, adecuándose todo un arquetipo y una morfología que orienta y condiciona sus representaciones institucionales, políticas, religiosas, culturales, vivencias, animosidad y comportamiento social, en fin, a toda su cosmovisión.
            JUDUSCHIN, F. (1971) dice sobre esta teoría, que ella consiste en el reconocimiento y la idea de que: “La fisonomía moral de los pueblos, el carácter de las leyes y el modo de gobierno está condicionado totalmente por el clima, fertilidad del suelo y la extensión territorial del país.” (p. 50)
            Igualmente afirma este autor, que esta tesis fue distorsionada por algunos sociólogos de corte burgues, tales como: Baucle y Ratzel[2] quienes sostuvieron la superioridad racial e imposición de unos pueblos sobre otros, el derecho de los escogidos a la explotación y sometimiento colonial de las razas condenadas.
       Uno de los ejemplos más representativos y de reciente data, es el <mito de la raza aria> que incluso llegó a generar la segunda guerra mundial; y de data antigua, el caso del reemplazo de la civilización mediterránea de los fenicios, por griegos y romanos, que a su turno se convirtieron en lo que se denomina la civilización occidental, que superpuse toda su cultura al continente Americano e incluso consideraron a los habitantes del nuevo mundo como raza subhumana.
      1.1.-Emplazamiento y desarrollo humano
           Luego de largas disquisiciones se admitió al factor ambiental y/o ecológico, como elemento estructural o sustrato de primera línea dentro de un concepto actualizado e integral de desarrollo, coadyuvante con otros elementos y variables, tales como cultura, política, economía y sociedad.
      Según CASTELLANO, H. (2002), ha sido la sociología la ciencia que se ha dedicado al estudio de las relaciones de la sociedad con su entorno desde una perspectiva integral; la resultante de la síntesis histórica del pensamiento sociológico, que queda resumida en once escuelas: positivista, dialéctica marxista, de acción social, evolucionismo, neoevolucionismo, funcionalismo, ecología humana, estructural-funcional, sociología del conflicto, sociobiología de Morin y sociobiología de Moscovici. Continua el autor afirmando: “No hay duda que el gran paradigma emergente es el paradigma del desarrollo sostenible… Esta definición pone de relieve, como nunca y de inmediato, la urgencia de desarrollar, enfoques, criterios y métodos que permitan el análisis integral de las sociedades humana.”(p.22)
            Los espacios en que se desenvuelve el marco teórico de un modelo de desarrollo humano, descansa sobre una <<plataforma ambiental>>, el componente social se potencia y debe identificarse con una calidad de vida, identificado con una relación armónica entre las personas y su entorno natural, orbitando en los desempeños y logros siguientes: a) una relación armónica con el ambiente natural; b) calidad en sus vivencias y c) desarrollo cultural, educativo, científico, económico, político, espiritual y humanístico, etc.
            El requisitorio de armonización entre el ambiente natural (biosfera) con lo artificial y/o construido, como reflejo de la antropogénesis (tecnosfera y sociosfera), han sido identificados indistintamente como desarrollos sustentables para unos y sostenibles para otros, generándose en consecuencia constantes discusiones que han entrabado aún más su compresión. Ante la falta de consenso sobre su significado[3], TROCONIS N. (2005) destaca:
            Se está manejando una posición que da al traste con los términos de desarrollo sustentable o sostenible por considerarlos ambiguos, confusos o desfasados; conceptos éstos impregnados de eufemismos o con visos de camuflaje academicista, de imposición -unos más que otros- de un modelo de desarrollo con preeminencia del hecho económico, el social, o ambos a la vez, actuante y en mengua de la necesidad apremiante de conservación al ambiente, que debe ser en esencia la misión, visión y razón de un verdadero desarrollo. (p.69)
            La Federación de Juntas Ambientalistas de Venezuela[4] (FORJA) en el marco de las Naciones Unidas, con ocasión del “Diálogo de Alto Nivel Sobre Financiamiento del Desarrollo” (28-03-2003) propuso un concepto de nuevo cuño en reemplazo de los anteriores, denominado Desarrollo Ambientalmente Sustentable bajo la consideración de tener este término atributos de fácil accesibilidad, comprensión, entendido así: “Como el proceso orientado a alcanzar apropiadas condiciones de vida, resultantes del aprovechamiento responsable y equilibrado de espacios y recursos naturales, garantizando la distribución colectiva y equitativa de sus beneficios, sin menoscabar el principio universal de mejorar y proteger al ambiente”.
            Sea cual sea la manifestación antròpica o el hecho socio cultural, llamado por algunos <<ecodesarrollo>>, ello debe tener un contenido de interacción armónica y respetuosa con las demás formas de vida y con el equilibrio que requieren los sistemas biológicos o ecosistemas, de los cuales la humanidad forma parte y necesita del los insumos naturales para poder mantenerse y subsistir como especie.
            El indebido y progresivo aislamiento y sustracción humana del entorno, sus excesos y entropía, producto básicamente de concepciones antropocéntricas y modelos de desarrollo reñidos con una visión racional de aprovechamiento de los recursos naturales e interacción armónica con su entorno, la ha reducido a hábitat o espacios artificiales y a comportamientos de consumismo banal, tal como nos los describe DE CIVRIEUX, M. (1974): “Las personas en la actualidad hemos perdido hasta el recuerdo de las estrellas; ya no sabemos nada de fauna, de flores, espacio, cielo ni de cosas siderales. Esto no tiene vigencia ni significación dentro del modernismo de la actual sociedad de consumo. La experiencia acerca de la naturaleza se limita a su ofrecimiento y exhibición comercial como productos industrializados y objetos de consumo”. (p. 7).
      Se hace causa común con el autor, en la idea que lo artificial es la nueva matriz del hombre; en momentos, éste se siente hastiado de tanta artificialidad que le brinda la ciudad, ocasional y sobrevenidamente siente el llamado silvestre de la naturaleza, decide irse al campo y hasta visitar lugares inhóspitos, tomar allí un descanso destresante de fin de semana o de temporada vacacional. Una vez en el lugar empieza a sentir angustia, le molesta el olor del follaje, teme a lo desconocido, se siente indefenso, desvalido, se inmoviliza, pensando que al dar un paso se va a encontrar con terroríficas criaturas o alimañas. Mira con desconfianza y escozor el bosque y anhela la ciudad que lo ampara y le da seguridad aparente, retornando prontamente a ella.
            La urbe crece cada día más a expensas de la ocupación de espacios naturales, los compromete y destina para hábitat humano. De seguir este desenfreno, no tardarán mucho en preguntarnos nuestros descendientes ¿Cómo era la naturaleza? ¿Cómo era el hombre silvestre? ¿Por qué desapareció?
            Siendo conocidos los espacios donde se asientan y consolidan los grupos sociales, como hábitat y/o ecosistema humano, en un marco ideal el entorno natural debe estar articulado armónicamente con lo ontológico, lo cultural, infraestructural e institucional, siendo contraindicado romper la relación con el entorno natural, a pesar de la trabazón que genera el asentamiento poblacional, debiendo existir armonía entre lo natural y lo infraestructural.
      1.2. El sentido de pertenencia
          LIPIETZ, A. (2002) observa que anectódicamente el país viene a ser el territorio humano en alianza con el pueblo productor, por su parte la región, es el territorio humano del lado de los monarcas. Significando que el país es un colectivo que marcha al margen del poder (región), o de los vínculos de sangre o (patria), viene a ser, un pacto de voluntades de un común vivir, moldeado por el medio ambiente.
            Por su parte el paisaje es la mirada humana sobre el país, como especie de rostro, en estado natural en el cual la humanidad puede acariciar o destrozar; es ahí donde se encuentra un dilema ético: “El paisaje es el país delante de si, separado, colocado frente a sí; primeramente por su carácter natural… El paisaje en relación a la actividad humana es primeramente la alteridad la idea misma del otro… hay la naturaleza antes y después de mi.” (p.29)
             Tal como lo dijo el comediante y poeta griego Marco Terencio (190-159 a de J.C.) citado por McNEILL, J. (2000): “La naturaleza fue la que nos dio el país, y el hombre es el que construyó las ciudades.” (p.327)
           Indiscutiblemente el sentido de pertenencia fortalece el crecimiento personal, el desarrollo de la vida emocional e intelectual, logros estos que se obtienen con la vida en familia la integración comunitaria que a final de cuentas dan una visión de país y en mayor extensión una comunidad global, como dimensión más elevada y profunda de vida, y de conciencia planetaria[5]
            SIMONNET, D. (1980) infiere que la desarticulación de una población con su entorno natural[6] o territorio genera una <<diáspora>> adversa al proceso integrativo y negadoras de cualquier lazo convivencial entre sus congéneres, semejante al decaimiento del sentimiento de país, tierra, calle, lenguaje, vecindario:
              … el hombre se repliega sobre si mismo como una flor marchita. Está solo dentro de la muchedumbre... Parcelas enteras de la existencia del hombre se pierden llevando al olvido las historias, las costumbres y las tradiciones… la pasividad de la vida cotidiana ha engendrado la del espíritu: en la competencia social cotidiana y bajo el peso de lo artificial el hombre moderno ha recogido el egoísmo y el fatalismo…Ninguna fatalidad obliga a concebir la ciudad como un amontonamiento de cubos de hormigón frío y triste. ¿Por qué privar al ciudadano del olor de la tierra o del canto de un pájaro? ¿Por qué perversión plantar un árbol en una ciudad se ha vuelto casi un acto de subversión?… así las fuerzas de la vida contra la tendencia del mundo urbano tienden a parecerse cada vez mas a un cementerio. (p.108, 144)
      RENGIFO, D. (2006) nos habla del paisaje geográfico en una forma integral, constituido por un conjunto de elementos naturales y ambientales, tales como el suelo, clima, hidrografía, fauna y flora, bajo los cuales se desenvuelven grupos sociales, con características especificas y advierte sobre el riesgo de su manipulación:“Cada Núcleo social específico produce cánones morales, modos de expresión, costumbres y tradiciones específicas e indentitarios, El ponerse en contacto con otros núcleos presupone la afectación tanto de la organización social como de las correspondientes formas de pensamientos. “(P.40)
       1.3. Metamorfosis y malestares del desarraigo
           La membresía y la solera de una comunidad local, dejan huellas indelebles en el cuerpo, psiquis y alma de las personas nacidas en su seno, con afinidades y tradiciones en el orden cultural, expresiones lingüísticas, religiosas y sociales fundamentalmente; siendo como una especie de extensión de la familia y el hogar. Verse apartado de ella físicamente, muchas veces involuntaria o coyunturalmente, generándose insatisfacciones de vida y/o transmutaciones.
          El grado de frustración y añoranza que este distanciamiento depara, siempre lo acompañará, pese a que materialmente se logren plenas realizaciones. En algunos se manifiesta en aflicciones, sentimientos y empobrecimiento espiritual, ante la ruptura, desprendimiento o decaimiento de toda una cultura de gran arraigo y el sometimiento e imposición a un proceso de asimilación de otra a la que se es ajeno hasta entonces.
           Se resumen estas afectaciones así;
1.      Se rompen los lazos históricos de fraternidad, de experiencias compartidas por generaciones, al operar una especie de ruptura por razón de la movilidad y dispersión social, resultante en gran medida por un modelo de desarrollo y organización política, administrativa, institucional e infraestructural, centralizada y absorbente, negadora de oportunidades de realización al resto de los pobladores de las localidades y regiones sustraídas de los centros de producción y de desarrollo económico -en nuestro caso del eje norte-costero-, quienes ante las carencias y agobios emigran a esos polos de atracción por lo general grandes ciudades del centro del país, encontrándose con una urbe ajena a sus sentimientos y querencias formativas primarias.
2.      Se vive expuesto a la patología de la saturación, tráfico, contaminación, hacinamiento e inseguridad. Este morbo, actúa como especie de demiurgo satanización, ante el anhelado e inaccesible vellocino que busca quien emigra a las grandes urbes. Por el contrario, su gran mayoría, se coloca en un plano muy distante del real alcance del triunfo de una plena calidad de vida y bienestar. Por lo general ayudan a ensanchar los cinturones de pobreza, marginalidad y rancherías, asentados en las periferias de las ciudades
 
            Las personas sometidas a esta situación de pobreza y miseria, se convierten en seres al margen de elementales realizaciones de vida y bienestar e imposibilita cualquier propuesta de desarrollo sustentable siendo una de sus características el ser agentes contaminadores, no respetando las más elementales reglas sanitarias en su propio perjuicio, produciendo basura, contaminación permanente de las aguas, creando condiciones para la propagación de todo tipo de epidemias.
            Ramírez, Y. (1998) participa dramáticamente en esta semblanza de marginalidad y sostiene que este cuadro se refleja con más énfasis en las personas que emigran del campo hacia las ciudades, por el proceso detransculturizacion y trastrocamiento de valores a que se ven sometidos, quedando como resultado expuestos a una exclusión y degradación social de extrema pobreza y a una condición de marginalidad, diciendo al respecto lo siguiente: “Muchos de estos individuos emigran a la ciudad para degradar aún más las condiciones de vida de los marginados que allí vegetan en estado de subnutrición y por debajo del mínimo tolerable del estado de salud humano… En las grandes ciudades, esas poblaciones que se alejaron de la producción agrícola y la vida rural se desintegran en la prostitución y la violencia, en los crímenes, saqueos y grandes asesinatos” (p. 57)
3.      En algunos momentos se ha producido el fenómeno: La ciudad industrial se acrecienta a través del proceso de expansión demográfica compulsivo; prácticamente casi todos los ambientes naturales son invadidos por la infraestructura anárquica: factorías, viviendas, vialidad.
            Pareciera que los cambios hacia lo construido y la dimensionalidad humana a raíz de la imposición de lo urbano, crea una situación de anomia, en las personas que cohabitan, representado en el olvido de sus querencias y efectos culturales y psicológicos, traducido en la mengua o desaparición de la tradición. Tal como lo dice LENKOW, L. (2002) al hablar de la postradición: “… Las familias obreras viven en la sombra metafórica de la fábrica, donde no existen sombras reales ya que el sol está tapado por la contaminación atmosférica del smog. La clase obrera viviendo en una ciudad radicalmente desplazado de los ecosistemas naturales, pierde contacto y conocimiento de la naturaleza.” (p.143)
4.      La mengua del potencial de recursos humanos que pierden los lugares y regiones de donde proviene el éxodo, cuando la modesta ciudad, pueblos, caseríos y campos, quedan limitados a pequeños espacios poblacionales, solitarios, de precaria y olvidada existencia, con la añoranza de los tiempos idos y el lamento de la ausencia de sus hijos, junto con el vacío dejado por la significativa perdida de parte de su capital humano y social.
5.      Las aglomeraciones urbanas anárquicas que se han ido formando por esos procesos inmigratorios, internos desarrollados sin ningún criterio de planificación y ordenación y de adecuado, ordenamiento infraestructural, degradante de la estética y del paisaje, creado una desestructuraciòn espacial, emplazamiento y hacinamiento, que dificulta el normal desenvolvimiento de las actividades de los habitantes en especial de las grandes ciudades, en razón unas veces de las largas distancias entre los puestos de trabajo, residencia y servicios y otras por la problemática del tráfico vehicular, elevado a escalas casi incontrolables.
 
6.      A esta situación, se le suma las <<perturbaciones y patologías emocionales>> a que se encuentran sujetas las personas sometidas al atosigamiento del tráfico vehicular, que según estudiosos del problema se reflejan en estados de ansiedad, angustia y tensión, irritabilidad, disposición a la agresión verbal y física, crispación, crisis de pánico y desesperación, episodios de estrés agudos, tales como dolores precordiales, sudoración, temblores y exasperaciones. Todo ello se complementa con las pérdidas de horas laborables y hasta bajo rendimiento productivo, complementado con una disociación social y familiar.
            MELLADO, E. (2005) relata que existe un derroche de tiempo y costo adicional, cuando las distancias de los servicios y sitios de trabajo requieren un largo desplazamiento (extrarradio), particularmente el congestionamiento del tráfico automotor, amén de representar afectaciones al ambiente, causan daños emotivos y pérdidas de horas laborables: “La desestructuraciòn territorial, la separación física entre nuestras viviendas y nuestras actividades, nos hacen perder tiempo y dinero, aparte de ser una grave agresión al medio ambiente. Muchas personas dedican entre 750 y 1000 horas al año en desplazamientos, prácticamente la mitad de las horas que se pasan trabajando…Los desplazamientos además de tiempo, también representan un gran gasto económico, los combustibles son cada vez más caros” (p.35)
7.      A la par del proceso de imposición y avasallamiento cultural, existen otras variables a revisar, a <<nivel macro>> como, por ejemplo, cuando se suceden situaciones de rebosamiento e interferencia de una cultura sobre otra, a raíz del debilitamiento de rasgos, tradiciones, costumbres de pueblos y regiones, ante una sumisión a modismos culturales foráneos, propio de sociedades dominantes, como producto y resultado fundamentalmente de una actual concepción de comportamiento globalizante, regulado por leyes de mercado y de consumismo estandarizado que igualmente induce a una cultura y axiología, con notable predisposición a lo material, al hecho económico, al peligroso encarnamiento de lo objetual.
            Se alerta sobre la presencia de un nuevo tipo de comportamiento social basado en lo instantáneo, lo inmediato y en lo novedoso, que hace inevitable la desaparición de toda tradición, que incluso puede generar situaciones de anomia o pérdida de identidad cultural, que ponen hasta en riesgo el control del propio destino político, cultural, económico y social de los pueblos, su soberanía o independencia como nación, en fin, toda su reciedumbre y arraigo.
            BÁEZ, F. (2005) indagando sobre el hecho cultural dice que inicialmente tuvo asociada con las labores de labranza de la tierra y por extensión se le aplicó a la persona con conocimientos. En cuanto a la identidad cultural destaca que la misma permite la identificación de grupos humanos con rasgos semejantes y, por tanto, son dignos de ser conservados por las naciones y para la comunidad internacional y conocidos por los pueblos a través de las generaciones, con expansión a nuevas categorías, como el paisaje, el patrimonio y el turismo cultura, definiendo el patrimonio cultural así:..El conjunto local, regional, nacional, continental o universal de bienes muebles o inmuebles, materiales e inmateriales (o no físicos), de propiedades particulares o de instituciones u organismos públicos o semipúblicos, que tengan un valor excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte, de la ciencia, de la vida económica y social, de la cultura en suma, (p.108)
            Esta transmutación cultural, representa a veces irremediablemente la desaparición de siglos de historia en la humanidad. Si la tradición desaparece, también desaparece la memoria y la herencia a entregar a los descendientes, que incluso se aparea con secuelas de pérdidas de algunos robustos y sólidos patrimonios culturales.
            Uno de los más excelsos representantes del sentimiento patrio, como lo fue BRICEÑO, I”. M. (1972) firme defensor de la asociada a particulares formas de auto identificación de cada pueblo con su cultura, tradiciones, creencias, formas de organizaciones social, política e institucionales, historia y lenguaje, predicó que dichos componentes en su conjunto perfilan, dibujan y le dan fisonomía y autenticidad propia a los pueblos y naciones[7], diciendo en forma magistral al respecto lo siguiente:
                  Sin historia no hay pueblo. Sin historia las colectividades carecen de “Comunidad” que le dé sentido por donde puedan superar lo desvalioso de la lucha instintiva. Habrá factoría, habrá empresa, habrá edificios, caminos y puentes, pero no habrá nación, ni ciudad, ni pueblo, ni hombres ni espíritu. Sin bases históricas robustas, las naciones podrán progresar en casas, en puentes, en canales y en caminos, pero no crecerán jamás hasta ser comunidades densas en el orden de la cultura humana. (p. 101)
      1.4. El Estado Trujillo y su inserción en el discurso
            La intencionalidad de este escrito se enmarca dentro de una visión epistemológica, obediente a la pretensión de transpolar sus resultas al terreno puntualísimo de la dimensionalidad biosíquica, social y espiritual del oriundo de la región trujillana, con ocasión del Primer encuentro de la Trujillanidad, celebrado los días 15 al 16 de marzo, en la ciudad de Valera, bajo el auspicio de la Universidad Valle de Momboy y otras entidades, movidos por la preocupación de sus hijos-dolientes, ante la actual situación de mengua en que se encuentra el Estado Trujillo, en otrora y hasta de su mismo momento fundacional, punto de referencia descollante en el orden económico, político-militar, cultural, social y educativo.
            En una aproximación a la palabra trujillanidad, entendemos que su abstracción encierra como notas resaltantes, una especie de cosmovisión, valores unitarios, lugares comunes, tradiciones, idiosincrasia, aptitudes, actitudes y sustantividad histórica, propios de las personas nacidas y con presencia existencial significativa en la región trujillana, cuyos influjos y vivencias quedan encarnadas en lo más profundo de su ser, que por lo general lo acompañarán por el resto de su existencia, como un insumo conductual, anímico y espiritualidad de difícil renunciación y desprendimiento.
            Hoy asistimos a un Trujillo sumergido en la mayor desidia de los gobernantes y administraciones de los últimos tiempos; abrumado por el abandono, la desolación, inmovilizado y rezagado, llegando a ocupar los más bajos sitiales  e indicadores de desarrollo, progreso y bienestar en el país.
            Procurando una pesquisa en la razón de este letargo, nos conseguiremos con pluri y simultaneidad de causas, considerando en lo personal una temeridad y riesgo que esta indagación caiga en <<terrenos polucionantes>> a factores acientíficos, sesgados, subjetivos, parroquianismo, oportunistas, de instantaneidad, coyunturales, mezquinos, prejuiciados y pierda su sentido autoreflexivo y acopio de voluntariado.
            Obviando en consecuencia la indagación etiológica o <<alquimia histórica>> de esta especie de leyenda negra trujillana, nacen  interrogantes surgidas a partir de notas tomadas del imaginario del propio relato biblico, que han encabezado el escrito:
            ¿Ha tenido el Estado Trujillo sus caines? ¿A partir de que momento se le causó la mortal herida o aflicción?
            Sean cuales sean las respuestas a estas incógnitas, se tiene que cerrar cualquier capítulo de ignominia, que seguramente emergerá.
            Indefectiblemente corresponde a los dolientes de tales padecimientos, apelando a su sentimiento de trujillanidad, primeramente el reconocimiento de está realidad, para luego sumar esfuerzos y voluntades denodadas para su ingente enmienda y avances hacia  derroteros de su anhelada leyenda dorada.
BIBLIOGRAFIA
BÁEZ, FERNANDO. La Destrucción del Patrimonio Cultural. Revista Universidad Valle   de     Momboy N0 3, Venezuela, 2005
BRICEÑO, IRAGORRY MARIO. Introducción y defensa de nuestra historia. Monte Ávila Editores, Venezuela, 1972.
CASTELLANO, HERCILIO. Claves para armar rompecabezas: integralidad, economía y ambiente. Centro de Estudios de desarrollo (CENDES – UCV) Venezuela, 2002.
DE CIVRIEUX, MARC.El hombre silvestre ante la naturaleza. Monte Ávila Editores, Caracas, 1974.
JUDUSCHIN, F.El Hombre y la naturaleza. Ediciones Sudamérica, Chile, 1971.
LENKOW, LOUIS. Sociología ambiental. Editorial Icarias, España, 2002.
LIPIETZ, ALAIN. ¿Qué es la ecología política? Ediciones LOM, Chile, 2002.
LASZLO, ERVIN. Tú puedes cambiar el Mundo. Editorial Nowtilus, España, 2004.
McNEILL, JOHN. Algo Nuevo Bajo el Sol. Editorial Alianza, España, 2000.
MELLADO, ENRIC. Guía para obtener una vivienda sostenible. Editorial Ceac, España. 2005.
MIERES, FRANCISCO. El malestar de la barbarie. Editorial Nueva Sociedad, Venezuela 1999.
Ramírez, YASEID. El Derecho Ambiental.2ª Edición, Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez, Colombia, 1998.
RENGIFO, DIANA. Qué se entiende por región histórica. Revista del Centro de         Historia del Estado Trujillo, Volumen XVI, 2a Etapa No 61, Venezuela, 2006. pp.
SIMONNET, DOMINGO. El ecologismo. Editorial Gedisa, España, 1980.
TROCONIS, NELSON. Tutela Ambiental. Ediciones Paredes. Venezuela, 2005.
TROCONIS, NELSON. La cruxifición de árboles en la ciudad de Valera. Diario los Andes, Trujillo-Venezuela, 13/08/06.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
                                                   
 
 

[1] Este cambio de oficio, representa un hito histórico que motivó enfrentamientos y situaciones de conflictividad entre los pueblos de la época, dados los paradigmas y aires de cambio a nuevos sistemas de vida.
 
[2] Ratzel fue un Geógrafo alemán partícipe de la tesis del posibilismo ambiental o geográfico, como fuente del ambientalismo moderno: el entorno físico como determinante de la conducta humana tanto colectiva como individual)
 
[3] Estos términos han sido utilizados indistintamente: en la Conferencia de Río (1992) se utilizó el término desarrollo sostenible y en la de Río­ + 10(2002) se hablo de desarrollo sustentable.
[4] Esta organización fue creada en el año 1979, en cuya comisión organizadora participaron personas preocupadas por la problemática y la defensa del ambiente en el país, tales como Pedro Durán, Celestino Flores, Francisco Mieres, José Andrés Moya, Gerardo Yépez Tamayo, Fruto Vivas, Francisco Quero, Boris Cotúa y Nelson Troconis Parilli, entre otros.
[5] LASZLO, E. (2004) destaca que esta nueva conciencia y percepción plantea un nuevo humanismo en concreto: “…abraza la ética planetaria de vivir en forma que permita a todas las personas a vivir en condiciones que aseguren su bienestar material y su crecimiento espiritual… nos dirigimos a nuestras metas cívicas, corporativas y personales sin sacrificar o empobrecer el medio ambiente y luchamos por alcanzar esas metas con un compromiso total hacia la vida de todas las cosas que habitan este planeta.” (p.54)
[6] De triste recordación fue la reciente destrucción de una veintena de frondosos árboles en un lugar céntrico de la ciudad de Valera Estado Trujillo, a cambio de ganar metros de pavimento para el tráfico automotor, cosa que denunció TROCONIS N. (2006) así: “La cultura del automóvil y la religión pagana del progreso, afincó sus garras depredadoras en varios árboles de la avenida Bolívar se sacrificó un recurso natural y un bien ambiental a cambio de ganar escasos metros de calzada. Dentro de un sencillo análisis de costo/beneficio ninguna cuenta justifica tal conversión... El capital natural y el valor ambiente, fue desconocido, como también el servicio ambiental que proveía dicho recurso forestal, tales como: el microclima, producción de oxigeno, sumidero de gases y valor estético”. (p.30)
[7]Este autor exhortó el compromiso cívico que tienen los pueblos, de no ser simples herederos ociosos de la historia, no bastando vivir de la gloria de nuestros mayores o padres, dado el deber de acrecentar su obra.         
 
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Johnny Zedan
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